jueves, 28 de octubre de 2010

Esta nada sin tregua



(El que no le de al play... ¡gay!)



El cantante melancólico, en su habitación. Escuchando una canción de Gloria Estefan. Lágrimas como pétalos cercenados de sus ojos. Lo que no tenía claro era si acudían a sus ojos por haberse emocionado o por estar escuchando a Gloria Estefan en la intimidad. ¿Tristeza o vergüenza propia? Jamás confesaría tamaño desliz emotivo.

Cogió la guitarra y comenzó a sacar los acordes de la canción. En poco tiempo aprendió la estructura. Atendió después a la letra, víctima de su desamparo interior. De la angustia de saberse conmovido ante semejante mariconada. Parecía mentira que se emocionara escuchando cosas así. Se estaba haciendo viejo. Perdía facultades. Se reblandecía. Como un sabañón largo tiempo en remojo, su integridad se desmoronaba.

“Tengo una frase colgada entre mi boca y mi almohada que me desnuda ante ti”.

Vaya, se dijo, o sea que Gloria es una muerdealmohadas de las buenas. Le va la mandanga. Y el bueno de Emilio (pensando bien), todo un soplacuellos. Trató de llegar más allá, al sentido último de la lírica poética implícita en la letra. Bien, ella le quiere proclamar su amor, pero no le da tiempo porque él la aplasta la cabeza contra el catre y la sojuzga con su lacerante alfanje de carne. Autoritarismo marcial casco alemán mediante. ¡Palabras las menos, cariño! ¡Se las lleva el viento! ¡Te daré todo mi amor con mi palo de alcanfor! Qué romántico, pensó. Luego lo dejó, no sintiendo devaluada su tristeza.

Salió a la terraza y miró ese vientre gris como coño de delfín que es el firmamento en otoño. Un cielo de mierda, pensó. Tanto mejor. Cuando lo de fuera es un cagarro, resulta vital recurrir a la introspección y es de ahí de donde se sacan las cosas que realmente merecen la pena. La esencia. El arte. Las tripas. La verdad pura que todos albergamos y sólo unos pocos aventuramos a dejar expuesta al imperio de las alimañas.

El problema siempre es lo otro. Lo inaprensible. Lo inextricable. Ésta forma venial de mentirnos cuando ignoramos lo que intuimos. El dolor. Lo que no alcanzamos a entender. Esta nada sin tregua. Esta ausencia criminal de olvido.

La tarde, como su ánimo, decaía. Custodiaba un corazón viejo tratando de irrigar un alma joven. Se asomó a la barandilla. Creyó en el suicidio como forma de vida. Comprendiendo que el mundo carecía de sentido, resolvió seguir vivo. A fin de cuentas, daba lo mismo. Posteriormente, demudado ante la luna, una lágrima solitaria le sorprendió contemplando la nada hueca que vivía en su pensamiento. Él nunca había sido sentimental, pero no intentó alejar al desconsuelo. No contuvo el llanto. No temió a lo distinto. Hay que estar preparado para el cambio. Hay que resguardarse en el vacío. Es el único consuelo que nos queda.

Cuando todo se ha perdido.

1 comentario:

  1. Está divertido el principio, tienes buena capacidad para hacer poesía con aspectos a primera vista banales, pero Gloria Esfefan... Hoy me hablaban de María Zambrano y su concepción de lo poético, algunas de tus frases me recuerdan a lo que nos han dicho, el poeta saca de la nada la nada misma y le da nombre y rostro, los poetas producen algo, pero son naves que no llevan a ningún sitio, la poesía como agente de destrucción, parece que hay una necesidad de explorar los límites, algo que la filosofía u otras instancias no pueden lograr, "esta nada sin tregua", como dices.

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