viernes, 15 de octubre de 2010

En mi sueño siempre es verano

(Trucha el que no escucha)



En mi sueño siempre es verano. Está ese sol, enorme como llaga de corazón harto de desamor. Ese salitre imperante. Esa brisa que desnuda el alma del vencido antes de presentar batalla. Esa armonía cosificada, ese equilibrio inexistente. Esa inmortalidad quebrada. Nebulosa. Algo parece viciado en el engranaje, de tan puro. Por eso es un sueño. Por eso es la realidad. Otra realidad. Todo es inconexo de un modo hermoso, trágico. Tal vez sea el encanto funesto de lo que podría haber sido. El sonido de las olas meciéndose suavemente sobre el añil manto del mar en calma. Iniciando el ceremonial decadente de las mareas que comienzan en el zócalo de nuestro dolor más íntimo y encuentran su muerte en el litoral de los porvenires más equívocos.

En aquel sueño no existían barreras. Lo nuestro era posible de un modo natural. Nuestros turbios negocios. Oscuro objeto de deseo ser tuyo. Desgárrame. Destrúyeme. Jode las barreras. Hagamos una construcción de nuestra destrucción. Como si nunca hubiéramos sufrido. Como si nos quedara un alma que asesinar. Corazón exangüe de crucial latido. Saliva. Rubor. Tibieza. Cúmulo físico. Penetración. Remolino. Nubes de arena de playa enturbiando un deseo lascivo. Degradante. Vívido.

Es esta soledad tan grande que acarreamos todos. No importan esos niños en traje de baño. Sombrillas. El cubo y la pala. Son artificios para intentar distraer a la muerte en vida. Luces trasnochadas que nos dejan todavía más solos. Cuerpos como zombis, mentes como solares en venta. El hombre es un bobo para el hombre. Como fuera del mundo, en ningún sitio.

El hombre que susurraba a los hipocampos. Cercenado entre las algas, vivo y muerto, asesinado por la danza turbia del olvido. Tu cuerpo bronceado, envuelto en sal, tamizando los últimos días del verano, mi sed de eternidad, de carne y vid, nunca depuesta.

Pero llegará el día en que perdamos todo. Hasta eso. Cuando muere la sed, se agotan los pozos últimos del tormento. Alfeizares de cartón piedra. Decorado de nuestra derrota. Especies que desaparecen. Pamela caída sobre el andén del tiempo disipado.

Una fina pátina de lluvia. Sonata de otoño. Tragicomedia de invierno.

Ahora empiezo a estar mejor.

En mi sueño siempre era verano.

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