viernes, 30 de diciembre de 2011

El cierre húmedo de tu sexo





Pero estoy atado.
Escucho esta triste melodía
como un preso entre los barrotes de tu impasibilidad
al negarme tu imagen en la soledad de mi habitación.
Todos terminan por acostumbrarse a las dependencias vacías
del recuerdo.

Como un carroñero me aferro a lo poco que aún poseo.
Tú tendrías el pasaje a la isla desierta de mi deseo
en forma de cuerpo joven
ensortijado como una serpiente sobre un sofá de invierno.

Mientras, una diminuta cámara tortura al reo.
Mi pobre patrimonio,
un puñado de palabras que arañan la superficie de tu impasibilidad.
Posees la certeza de un poder que, de ser ejercido,
te llevará al lado oscuro de los condenados por el exceso.

Naturalmente hambriento
de imágenes más allá de la mente o los hechos.
Decirle a un sediento que bebiendo en un oasis
va a disfrutar tanto que no va a querer volver al desierto
es asesinarle despierto:
Irrigar un erial vacío
con el espejismo de lo incierto.

Podrías crear una instantánea.
Tal vez una en donde el objetivo pudiera contemplarte desde más lejos
y desdibujar tus límites, las líneas que ceden al prestigio de tu peso.
me pregunto dónde descansarán los residuos de tu belleza,
cuando terminan de elevarse hasta el firmamento de tu vientre
y el envés de tu cuerpo:
De qué modo dibuja su contorno
el cierre húmedo de tu sexo.

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