miércoles, 24 de noviembre de 2010

No sé qué más



(Que le deis al play antes de leer, ¡zangolotinos! ¡Sus lo tengo dicho!)



Con suma delicadeza me la cogí y traté de no echar ninguna gota sobre la tapa. Lo conseguí fácilmente echando todo fuera. Mi madre estaría orgullosa (si me hubiera abortado retroactivamente al ver mi careto salir). Luego me limpié la última gotita en el calzoncillo como mandan los tratados de buenas maneras. No es casual que luego se queden amarillentos por la zona esos slips remeados en un bucle sin fin.

Salí de mi propio autorretrete y me sacudí la huevada profusamente. Me sentía fresco, puro, habano, tabaco de pipa. Por fin la vida comenzaba a sonreírme. Me había hecho una camiseta con la que sólo podía triunfar: NENA, AHORA QUE AL FIN ME HE RECUPERADO DE ESA MALDITA GONORREA, ESTOY LISTO PARA TU AMOR. Todo parecía resuelto y en orden. Mi endocrino me había dado tres semanas de vida. No entendí muy bien cómo había adquirido el don de alargar la vida de sus pacientes a su antojo, pero decidí no hacer preguntas y tomar lo que se me daba con naturalidad. Tonto el que lo lea.

Pensé en matarme. Pensé en ser eterno. Pensé en la beneficencia que ejercía sobre mí la sopa juliana. Y las palomitas de caramelo. Claro que sí. Uno de los inventos del siglo. Luego no pensuve más. A la noche tuve un sueño. Enjundia serena que atormenta las almas de las pocas sierpes solteras que suspiran durante el periodo estril. Una vez me caí desde una roca por hacer el mongolo y me abrí el ojete en la caida. Fue gracioso desde el punto de vista de un observador externo. Por mi parte, tuve punzadas durante semanas al hacer mis donaciones solidarias a Intermoñigo.

¿Qué es la vida? Un fresnadillo. Perdón, un frenillo. No. Un frenesí. Frené. Sí.

Medité sobre el delirio, sobre la licuación cerebral. Sobre el origen de las especies. En concreto del tomillo y la albahaca. Una vez me tomé un chupito de brandy. Acto seguido fui a encender un cigarro y me flambeé las amígdalas. Intenté aplacar el fuego con tequila. Ahora soy mudo. Me ha parecido apropiado recalcar esto.

No encontraba sentido a nada. Por eso, llamé a mi buen amigo Aniceto Hall y le convencí para que me acompañara al lupanar Asun, del que soy socio honorífico: ayudé a levantarlo con el sudor de mis huevos. Vamos, que saqué a Mr. Hall del sofá a pollazos. No he entendido esto: tallarines apesto.

A medio camino, Ani Hall se crujió y nos detuvimos un momento a aspirar el aroma de la crónica de su muerte anunciada. Es importante olfatear los cuescos. Homenajear su hálito putrefacto. Su unicidad fétida singular. Es el único modo de que alcancen la posteridad en su corta pero odorífera existencia. Durante el paseo fuimos manteniendo una acalorada discusión sobre el por qué de la escritura. Yo defendía que escribía porque intentaba explicarme el mundo y realizaba una labor de catarsis creativa para purgarme en el proceso. Él defendía que escribía porque tenía manos. No supimos dilucidar quién tenía razón y quién estaba en lo cierto: tallarines apesto. Qué bonito poema.

Cuando llegamos al Asun’s, nos reclinamos frente a la entrada y elevamos una oración al padrenuestro que habita en los celos. Aniceto hubo de limarse un poco los cuernos, al ser casado. Yo hube de limarme un poco el retraso, al ser de incesto.

Ya en el interior, discutí acaloradamente con una felatriz de nombre sugestivo, Emeteria Concalzador. Yo discutía sobre la musicalidad oculta que habita en los prepucios, tras su solaz recogimiento. Ella cuestionaba uno de los axiomas básicos de mi filósofo griego favorito, Diarrea de Módena. El filósofo dijo (cito sexualmente):

“Tomad un círculo. Acariciadlo y se volverá vicioso”.

Una sentencia a prueba del silogismo mortal de la incordura. Pero M (abreviatura de Emeteria), sostenía con ardor (mi pene) que el vicio ya se halla intrínseco en la naturaleza íntima de la elipse euclidiana y por ende, Michael Ende. No conseguí sacarla de su horror. En su lugar, se la metí más.

¡Y de repente…!

No sé qué más.



CONTINUARÁ.



Dedicado a _______, como te prometí.

4 comentarios:

  1. Muchas gracias por la dedicatoria!!!!
    La verdad, me parece una salida fácil la de irse de putas cuando te quedan cuatro días. Cuanto mejor estaría de peregrinación a Lurdes, que allí te pones las botas a follar tullidas, y además, gratis.

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  2. jajaja, lo de Lourdes pinta bien, Chafar, veo que tienes ojo pa los negocios, tunante!!

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  3. Gracias Capazorros, si te ha gustao, aceptamos donativos a Intermoñigo en forma de mondongo pestoso.

    Sabremos darle uso terapéutico, estate tranquilo!

    jaja

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