martes, 15 de mayo de 2012


"En el pabellón Hermann yo estaba ciertamente a sólo doscientos metros de mi amigo, pero sin embargo estaba totalmente separado de él, y nada había que yo ansiara con mayor intensidad que nuestro primer encuentro después de tantos meses en los que había tenido que prescindir de la cabeza de Paul y en los que, entre cientos de otras cabezas, en líneas generales y por desgracia totalmente estériles, casi me había asfixiado, porque no nos engañemos, las cabezas que tenemos a nuestro alcance la mayor parte del tiempo carecen de interés, no sacamos mayor provecho de ellas que si estuviéramos con patatas desarrolladas que llevaran una existencia miserable, por desgracia en absoluto digna de compasión, sobre unos cuerpos quejumbrosos con vestidos más o menos de mal gusto."

Thomas Bernhard. El Sobrino de Wittgenstein.

No hay comentarios:

Publicar un comentario