viernes, 27 de mayo de 2011

Ruptura





Llego puntual a la cita y estoy nervioso. No me gusta sentirme así, pero es normal. Pienso que no va a ser agradable, que va a haber hostilidad. A nadie le gusta escuchar lo que yo tengo que decir hoy. Momentos difíciles. Tensión ambiental. Van a saltar chispas. Me temo que no va a ser un camino de rosas. Joder, se va a armar. Seguro. Pero la decisión está tomada. No hay vuelta atrás. Quiero romper esta relación y me importa una mierda si no estoy teniendo en cuenta todos los argumentos o si podría arrepentirme pasado el tiempo. Es lo que siento ahora. La vida es riesgo. Sensaciones encontradas. Oportunidad. Sé que esto es lo que quiero ahora y no necesito cavilar más. Voy a romper las cadenas. Echar nuestro pasado al fuego. Ayudarlo a expirar. Conculcar su agonía. Asesinarlo antes de que se pudra y apeste. Hace mucho tiempo que no soy feliz. Han sido demasiados años esclavizado por la costumbre, por la molicie supurante de primaveras lejanamente acabadas, de otoños claudicantes, de inviernos impacientes a los que no consentimos reinar aunque, como peleles, remontemos a la contra un río que progresivamente, a plazos de infelicidad no cuestionada, nos despedaza. Centinelas mudos de un vínculo que se supone eterno, cadenoperpétuo si uno no da un puñetazo en la mesa y decide acabar con la farsa de las relaciones que marchitan por la erosión del roce, de la estabilidad artificialmente mantenida. Para qué engañarnos. Esto ya está muerto. Solo constato la improrrogabilidad del fin.

Luego, llegado el momento, cuando expongo mi hastío, cuando mando a la mierda todo lo que vimos anquilosarse ante nuestra pasividad desengañada, cimentado en años de indiferencia y cobardía, luego, cuando todo pasa, resulta ser infinitamente menos doloroso, menos traumático que el nudo en los cojones que soporté resignadamente durante tantos años. Mi decisión no es aplaudida, lógicamente, pero no se ataca mi exposición fría y determinada de la necesidad de cercenar por lo sano, de salvar los muebles del olvido, de amnistiar a los presos de un vínculo avejentado y podrido. Todo se va al carajo muy civilizadamente. Al final una despedida aséptica, glacialmente ejecutada y a partir de hoy cada uno seguirá su camino. ¡Qué sentimiento de liberación tan embriagador! ¿Por qué cojones no tomaría la decisión mucho antes? He sido el salvador de ambos escindiendo la necrosación con mi poderoso falo de Damocles, siempre jucioso y oportuno. ¡Ah! ¡La emancipación del absurdo! Y ahora, claro, hace su aparición la curiosidad por ver qué nuevos vínculos me deparará el mañana. Hoy al fin puedo ser, con total independencia, dueño de mi destino. No dependo de nada ni de nadie, sostengo con fuerza el timón de mi vida, el cinexín que proyectará la película barata de mi inveterado porvenir, subsanados los desvíos en la brújula infecta de mi pasado.

¡He roto la relación que más daño me ha hecho en todos estos años! ¡Al fin libre de ataduras! ¡No más engaños ni cláusulas abusivas que firmamos sin leer la letra pequeña de nuestro compromiso!

¡He terminado con Caja Madrid!

¡No más comisiones ni tomaduras de pelo! ¡A partir de hoy podré hacer fresh banking si me sale de los cojones o seguir los dictados de mi capricho sin rémoras fiscales! ¡Si fuera menester, fajos de billetes en un pañuelo anudado debajo del ladrillo! ¡Se acabó la sangría!

¡SOY FELIZ!

2 comentarios:

  1. Ains, que bonito sería que todos los españolitos lo hicieran al unísono. Pagaría por ver las carnes flácidas por la vejez y las comilonas pantagruélicas del amo Botín tornarse en azul verdoso ante la noticia que su arma de sumisión masiva queda destruida y con ella el poder del que hacía discreta obstentación.
    Un abrazo granujilla!

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  2. Y lo bien que te lo vas a pasar pensando dónde meter el dinero... Está muy bien. Por cierto, en Galicia era práctica común hace unos años guardar los ahorros en una olla a presión, creo que camuflada en la nevera como si fuera caldo. Viendo el percal las razones serían muy diferentes pero debe haber ya todo un decálogo de usos y costumbres en la materia.

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